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Una vez, tenía tres niños un molinero. Estando juntos los tres niños, se les murieron el padre y la madre. Sus bienes eran un molino, un mulo y un gato. Y habiéndose repartido los bienes, a uno le correspondió el molino, al otro el mulo y al otro el gato. El dueño del gato estaba muy triste. Le dijo el gato:

—¿Qué te pasa que estás tan triste?

—Ay! ¿Cómo podré yo vivir contigo?

—No serás tú el más triste. Hazme un par de zapatos.

En medio de un bosque había un palacio, y en aquel palacio, un señor. Tenía fama aquel señor de que era duende. Se fue el gato a aquel señor y le dijo:

—Dicen que eres duende.

—Sí; así lo soy.

—Dicen que los duendes se ponen en cualquier forma.

—Sí; así es.

—¿A que no te pones en figura de león?

Y el duende se puso en figura de león.

Se espantó el gato y le dijo nuevamente:

—¿A que no te pones en figura de ratón?

Y el duende se puso en tal forma que parecía un ratón. Entonces, lanzándose el gato sobre él, le ahogó.

Y luego, haciéndole venir a su amo, vivieron juntos en el palacio.

Michel Gombault, de Donazaharre (Garazi).

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