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Euskalkia | Euskara batua

De un rebaño de corderos iban huyendo dos moruecos a las ovejas. Al pasar por un bosque, les salió un lobo y les dijo:

—Os digo de veras que tengo que comer a uno de los dos.

Al oír esto, los moruecos empezaron a llorar, y, plañendo, le decían: El uno:

Déjame a mí.

El otro:

—A mi no me comas.

El lobo, dispuesto ya a tomar de ellos un hartazgo, les dijo:

—Callaos; tratad entre vosotros quién de los dos ha de ser.

Allí mismo se ocuparon de ello los moruecos, y dijeron al lobo:

Tú estate aquí quieto; nosotros nos pondremos a tu lado, cada uno por nuestra mano. Nos atrasaremos doce pasos, de allí empezaremos a correr al mismo tiempo, y tú dejarás con vida al que llegue el primero a darte un beso.

—Bien —les dijo el lobo—; pero que sea en seguida.

En un Jesús (en un momento) hicieron los moruecos su esfuerzo: corriendo, llegaron ambos al mismo tiempo. Al darles su beso, al lobo se le fueron los intestinos por los riñones y todas las costillas se amontonaron, ya destrozadas.

En señal de triunfo, hablaron así los moruecos al lobo:

—Te damos esta advertencia a cambio de lo que tú querías hacer a nosotros. Conserva el apetito para hartarte de nosotros, hasta que de nuevo lleguemos a saludarte.

Cada uno le metió por las narices un cuesco y luego se fueron por el camino que llevaban.

Mariano Mendigacha, de Bidangoz (Roncal).

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